"Me gusta andar por las calles algo perro, algo máquina, casi nada hombre."
Martín Adán

jueves, 17 de diciembre de 2009

I'll be your consolation prize, although I know, I'll never be man enough for you

Del epigrade de "El día que me vaya no se lo diré a nadie" de Kiko Amat saqué esta excelente canción:

domingo, 6 de diciembre de 2009

Me desinvento y reinvento (mis razones para dejar de beber)


"Si he de vivir que sea sin timón & en el delirio" dice uno de los versos de Mario Santiago Papasquiaro, plagiado sin pudor y seguramente con orgullo a Gilberto Owen, y así escribió y vivió (y murió) el poeta infrarrealista. Así alguna vez pensé también que quería que fuera mi vida.
Como el Quijote, me dejé nublar la cabeza por los libros de mis autores favoritos y pensé que yo también iba a poder librarme de mis demonios así, delirando. Pero mis autores favoritos son mis maestros literarios y no mis gurús de vida, me dejé llevar porque así era más fácil.
En "Animal Tropical" Pedro Juan Gutiérrez dice que un escritor es por naturaleza un exhibicionista; lo dice para justificar el pasear su cubano miembro desnudo sin importarle lo que piensen los vecinos al otro lado de unos grandes ventanales, pero también nos explica por qué tantos escritores escriben sobre sí mismos. Me niego a pensar que la literatura autobiográfica diga verdades (si es que existe tal cosa), pero sí creo que escribir es para algunos una forma de exhibir a discreción a los monstruos que ya no encuentran lugar dentro de ellos.
Llevo ya varios años exhibiendo mis demonios de la manera errónea. No me arrepiento porque no he dejado de creer en la ventaja de vivir (en el sentido más activo de la palabra), pero al mismo tiempo creo que vivir (en ese mismo sentido) consiste en mutar. El avance es una mentira, y para probarlo basta con echarle un ojo a la tecnología: todo cambio trae consigo ventajas y desventajas, todo cambio nos lleva a algún lado que no es mejor ni peor pero nos aleja de la estabilidad y la monotonía, y no hay nada más aburrido que la estabilidad y la monotonía.
De niño uno de mis libros favoritos se llamaba “El mago desinventor” y lo que el mago desinventaba eran los productos tecnológicos que para su gusto habían hecho daño a la humanidad (la tele, los aviones, los carros, los edificios, los relojes). En la historia un grupo de niños, a diferencia de los adultos que están vueltos locos, disfruta con cada desinvención. Yo siempre dije querer ser un niño para toda la vida, pero ahora pienso que ser niño no es necesariamente sinónimo de inmadurez y que lo más rescatable de la niñez son la capacidad de asombro, la curiosidad y el total aborrecimiento del aburrimiento. Tal vez por conveniencia pienso que a los niños del libro lo que les gustó fue lo desconocido, lo nuevo y no precisamente el retroceso. Seguro que algún niño que haya vivido la transición del super nintendo al Xbox no va a querer regresar a la consola anterior, pero si le damos algo diferente y novedoso, sea o no producto del supuesto avance tecnológico, es posible que le guste.
Quiero seguir siendo un niño curioso y que siempre que se aburre de un paso hacia algún lado. Quiero darle vuelta al timón cuando me canse del lugar en el que esté o cuando una nueva ruta me llame la atención, sin pensarlo de más pero a conciencia. Quiero vivir en constante mutación y la primera que consiste en cambiar uno de mis hábitos más característicos no significa que deje del todo la vida excesiva o que esté tan viejo que le tenga miedo a la muerte o al deterioro. Significa que quiero saber que se siente vivir diferente y que tengo cosas que quiero hacer y que es más importante para mi hacer lo que quiero que seguir haciendo lo que hago sin pensar si lo quiero o no. Significa también que no tengo pensado quedarme en un solo estado si no ir cambiando y que entre más diferente sea un día de otro mejor para mí. Significa que se me da la gana desinventarme fragmentos y reinventarme a destajo. Significa que voy a leer y a escribir mucho más porque esas son las dos cosas que más disfruto y con buen diferencia sobre todo lo demás y es suficiente razón para cambiar.


lunes, 16 de noviembre de 2009

Este amigo no se va..

No recuerdo exactamente cuando fue que conocí a Pedro. Lo que si sabemos los dos es que coincidimos en varias actividades antes de volvernos amigos. Íbamos a las mismas clases de tae kwon do, a las mismas actividades de CONACULTA de visitar museos, a las mismas clases de guitarra y, no estoy seguro si también, a las mismas actividades en el museo Rufino Tamayo (ya él se encargará de confirmar o agregar). Fue ya un poco más huevoncitos, esta vez en los entrenamientos de esgrima, que la terquedad del destino se encargó de hacernos coincidir por última vez; a partir de ahí fue por nuestra cuenta que decidimos no volver a separarnos.
Creo que Pedro siempre ha sido un poco tímido para acercarse a desconocidos y recuerdo que fui yo, que ya llevaba un buen rato entrenando ahí, el que se acercó a platicar con él. Poco a poco nos fuimos volviendo amigos, nuestras coincidencias no eran muchas ni muy profundas y nunca lo han sido ni falta que ha hecho. Nuestros recuerdos juntos en cambio son incontables y muchos de ellos tampoco deben contarse.
Fue en el bautizo de algún primo de Pedro, en San Juan del Río de dónde es oriundo su padre, dónde me puse mi primera warapeta mortal. Al día siguiente su mamá nos preguntó porqué lo habíamos hecho “¿Se sienten Juan Camaney?” Por supuesto contestamos que no, pero asumo que mentimos porque a la fecha nos gusta darnos valor y volar juntos al ritmo de la botella.
Estoy casi seguro de que fue conmigo que Pedro probó su primer cigarro, y si no me culpo de su ansioso vicio es porque no fue conmigo que lo cultivo sino en la prepa dónde también aprendió muchas otras cosas (aunque su tiempo le tomó). Cuando Pedro entró a su primera prepa empezó a llegar oliendo a cerveza una media hora antes de que terminaran los entrenamientos. Los recuerdos de esos años son los menos, Pedro y yo ya éramos hermanos pero él tenía otro grupo de amigos con los que el glamour empezó a formar más parte de su vida. Creo que fue por ahí que nos dimos cuenta de que no necesitábamos las coincidencias sino el respeto, y que nuestros gustos no importaban tanto como el apoyo que nos dábamos el uno al otro.
Fue con Pedro que me puse mi primer viaje de mota. Fumamos una dosis de campeones cuándo no éramos ni renacuajos y él se las arregló para manejar hasta casa de Iván donde nos quedamos tirados aparte, humedeciendo la garganta con una caguama quemada, mientras el efecto amenazaba con durar para siempre.
Pedro ha sabido todo lo que he sentido con respecto a las chicas. Me ha regañado en mis errores y ha compartido mis sufrimientos tanto como mis logros. Hemos compartido planes mañosos para probar experiencias y hemos cometido los peores errores que sirven para recordar a carcajadas. Perseguimos corazones apoyándonos y a veces hasta acompañándonos, prestándonos dinero para acciones estúpidas, cagándole el plan el uno al otro, pero ni madres, las chicas no separan a los amigos de verdad.
Esos son sólo algunas de las cosas que he compartido con uno de los pocos en mi lista de amigos que han pasado a tinta indeleble. Uno sabe que una amistad es real sólo cuándo ya no hay nada que los mantenga juntos salvo el placer de estar juntos. Las salidas con Pedro suelen ser aventuras en las que intentamos combatir al tedio a pesar de que siempre nos quejamos de que se han vuelto parte del mismo.
Pedro tiene epifanías etílicas surrealistas que nos fascina citar en borracheras posteriores. Pedro es la persona más blasfema del mundo. Pedro no tiene reparo en afirmar que le dio más tristeza perder a su mascota que a su abuela. Pedro es honesto hasta los huesos y sabe que los caminos que valen la pena no rectos sino en zig-zag. Pedro me regaña y me cuida y luego nos peleamos, nos decimos las peores cosas del mundo y al día siguiente nos reímos de lo que nos acordamos. Pedro no te puede caer mal, simplemente no puede. Con Pedro no nos pedimos perdón porque sabemos que ya estamos perdonados. A Pedro le vale madres, simplemente le vale madres.
El otro día en una de sus acostumbradas llamadas cuando se emborracha sin mí me dijo “Ya leí tu blog y no has escrito nada sobre mí.” Así que aquí va para Pedro, pero que conste aunque ese texto sea sobre él es más importante el hecho de que esos cuantos amigos que están ya dentro de mí van a estar siempre presentes, de una forma u otra, en todo lo que viva y haga.
Esta es nuestra canción, de Pedro y mía y como a todo lo que nos rodea, no hay que buscarle sentido.

lunes, 2 de noviembre de 2009

skull

Llevo todo el día intentando hacer un ensayo para la escuela aunque lo que más bien he ido intentando es no hacerlo.
Siempre he sido un lector voraz; desde que aprendí a leer he tenido un libro en proceso y no recuerdo ninguna temporada larga en la que me alejara de las letras. Sin embargo, tampoco recuerdo uno sólo de los libros que me dejaron leer en la secundaria o la preparatoria y la razón es simple, nunca los leí. Cuando empecé a estudiar literatura me asustaba dejar de disfrutar la lectura por verla como un sinónimo de escuela. Nunca me gustó la escuela.
Desde que entré a la universidad me he saltado algunas lecturas pero debo reconocer que la escuela me ha acercado a cosas a las que yo le daba la espalda y que me han sorprendido. También hay muchas (como lo de hoy) que me atraen tan poco como las células que estudiábamos en biología de prepa. Pero es más larga la lista de cosas que he descubierto gracias a la escuela e incluso tengo una buena lista de cosas que no he leído por huevón y que, después de una buena clase, he anotado en mi lista de arrepentimientos (algunos ya los he compensado con sabrosas lecturas sin compromiso). ¡Eso es! No me gusta el compromiso ni hacer nada por obligación, soy un contreras nato y un inmaduro orgulloso.
Gracias a los buenos escritores y a algunos buenos amigos que me han acercado a ellos la lectura sigue siendo tan rica como antes. Tengo excelentes recuerdos de haberme volado clases para ir a la biblioteca central a leer alguna novela contemporánea que enrojecería a más de un profesor y compañero pretencioso. Durante toda la carrera han estado presentes las ganas de desertar y dedicarme a esas lecturas pero conforme avanzo la decisión parece tener menos sentido. Me gusta esa idea romántica de arriesgar la vida por la literatura pero creo que la universidad tiene grandes ventajas y que cada quien le exprime el jugo que le conviene. Yo he conocido a grandes personas con las que el camino que he elegido va a ser más divertido y menos solitario y he ampliado mi horizonte de lecturas y por lo tanto de placer. Esas dos cosas hacen que no me arrepienta de la decisión de haberle dado el gusto a mis padres de estudiar una licenciatura y en un semestre voy a tener la oportunidad de elegir entre más caminos de los que tenía hace casi cuatro años. Todavía tengo ganas de pasar un tiempo dedicándome a vagar entre las estantería de la biblioteca central (tiene que ser en la UNAM).
Llevo todo el día intentando hacer un ensayo para la escuela aunque lo que más bien he ido intentando es no hacerlo. Me logré escapar unos minutos pero ahora tengo que hacer lo que no me gusta porque ha llegado de la mano de lo que me gusta.

sábado, 10 de octubre de 2009

Lucifer: futbol y política

it's not about control, it's about you and me and understanding
teenage politics it's too confusing
politics shmolitics it's too confusing
is it time again to disagree
about anything and everything and what's on tv
it's a vicious circle, never ending
a linear equation worldy extending
“Teenage Politics”, MXPX

Cuando iba en tercero de secundaria escuchaba a bandas como MXPX e intentaba, siempre fracasando, darle al skate. A uno de los lugares en donde raspé mis rodillas le decíamos Lucifer porque eran las oficinas de Luz y Fuerza, tenía algunos escalones y desniveles cortos que nunca pude bajar. En esos tiempos también comenzaba mi pasión por Bukowski y al mismo tiempo mi desinterés total por la política. El Buk odiaba la política y era mi ídolo; yo no me iba a poner parches con estrellas rojas en ningún lado, si acaso con una “A” con circulito, por aquello de los Sex Pistols. No quería saber nada de nada que tuviera que ver con asuntos políticos, todo eso olía a contenedor añejo.
Otras de las cosas que comenzaban a no interesarme por esos tiempos era el fútbol. La verdad es que nunca fui un apasionado de los deportes por televisión pero medio seguía los partidos por inercia, aunque me aburrieran. Después ya no, en la escuela jugaba para patear a la pandilla contraria de la generación (los que escuchaban a Maná), y en la tele no lo volvería a ver hasta descubrir que tales eventos solían aderezarse con chela.
Con el tiempo he ido cambiando en estos dos aspectos. Siempre dejo claro que el fútbol me aburre por televisión pero acepto cuando se trata de una reunión con cerveza; también lo he llegado a jugar ya sin soltar tanta patada y me he pasado por el estadio siempre interesándome más por lo que pasa en la tribunas a veces sin ojear la cancha masque para el espectáculo de medio tiempo. En cuanto a la política le he tomado un poco más de interés. He reinterpretado la apatía para convertirla en una posición política: Desprecio a la política por lo que el medio significa pero me gusta enterarme un poco para tomar una postura propia y sacudirme aquello de la inercia.
Hoy, bueno ayer, vi el partido de la selección de pe a pa. Me lo eché todito y, aunque sí había chela, decidí que estando ahí era mejor disfrutar el todo. Hace unos minutos me entero de que la matriz de Lucifer fue tomada por la policía federal para entregarse a la CFE. Esto es claramente parte del proyecto neoliberal para privatizar la industria energética y después quién sabe qué más o quién sabe qué no. El gobierno aprovechó que el domingo estaba a punto de llegar y que el tri acababa de asegurar su entrada al mundial para apuñalar por la espalda. Ni en televisa ni en tv azteca vi nada de esto, en el canal de tv de Milenio decían que las instalaciones se tomaron de manera pacífica mientras nos mostraban filas y filas de policías disfrazados para la guerra antimotines. Este ejército de gandhis tomó unas instalaciones casi vacías y no tuvo más problema que algunos jaloneos. Entonces, apuñalar por la espalda con premeditación y ventaja es un acto pacífico.
Del otro lado tenemos a uno de los sindicatos más poderosos y roñosos del país. Además, si se desata la guerra, probablemente reciba apoyo de los de PEMEX, SEP, UNAM y sabrá Calderón quienes más. Mafias burocráticas dispuestas a luchar. Intereses personales vs intereses personales. Corruptos vs corruptos. ¿La gente? Entre la espalda y el perder. Entre empleados del gobierno que se reparten el dinero y empresas privadas que también. It’s too confusing, it’s a vicious circle, never ending
La apatía es una posición política de descontento. El descontento es la única posibilidad que nos dejan. ¿Postura propia? No, de nuevo alguien ya la planteó mejor, así que como escribió Nicanor: “No soy de izquierda ni de derecha, yo rompo con todo”.


*hay un video mejor en youtube pero no me dejó ponerlo

domingo, 4 de octubre de 2009

El cruza-asfalto en la ciudad crucificada


Si te dan a escoger cómo morir ¿que pedirías?
Morir en la cama de viejo. Todo menos ahogado. Todo menos quemado. Que se pare el reloj (corazón) así nada más y yo ni en cuenta. No quiero llegar a viejo. De alguna forma interesante. No importa cómo, sólo quiero que me dejen despedirme. Feliz. Satisfecho. Quemarse a lo bonzo. Harakiri. Hombre bomba. Kamikaze. Etc. Etc. Etc.
Es inevitable pensar sobre la muerte. Las bibliotecas, las iglesias, la historia, las tradiciones, están llenas de especulaciones sobre ella. Ahora que el mundo va en picada tal vez la sintamos más presente o tal vez sea mejor darle menos importancia, hacernos güeyes, seguir derecho sin quitarse o desquitarse. Pero siempre aparece por ahí, en los periódicos, en los chistes y en las conversaciones de café.
Para mí hay un detonador de estos pensamientos que casi siempre me hace detenerme a mirar y sonreír un poco: esa extraña tradición que sin investigar he asumido como mexicana de poner cruces en las calles cuando alguien muere. Tal vez sea por ese pequeño disparo que me gustan tanto, tal vez me gusta acordarme del final.
Recuerdo un viaje a Xilitla con una carretera llena de curvas y, como si fuera un “por lo tanto”, llena también de cruces y altares. Recuerdo también un viaje a Hidalgo, y en la carretera puestos de artesanos especializados en altares de concreto. Cuando voy a la escuela siempre saludo a una cruz metálica, de esas negras que tienen en el centro una placa formada como pergamino con la dedicatoria o el epitafio del muertito y, de vez en cuando, alguna flor ahumada sosteniéndose de ella. Por donde trabajo, a cuadra y media camino al OXXO, hay otra parecida. Las que más me gustan son las que aparecen en avenidas grandes, nada como una a mitad de Periférico, y el muro de contención con los raspones como testigos del accidente que la llevó hasta ahí. Tengo recuerdos suficientes sobre cruces específicas como para aburrir a cualquiera.
¿Me quiero morir en la calle, atropellado, o en un accidente de auto? No sé, probablemente no me importe. Lo que sí sé, y muchos de los que me conocen saben que sé, es que cuando muera quiero alguna cruz en la banqueta, bien clavada en el asfalto, con mi nombre y mi epitafio elegido que algún día revelaré. Una o varias, cerca o lejos de donde haya respirado mi último cachito de smog. Tal vez sea por ese pequeño disparo que me recuerda a la muerte lo que hace que siempre regrese la mirada cuando veo una de esas cruces. No es que quiera trascender de alguna forma con eso, tarde o temprano esas cruces son quitadas por una unidad especial del gobierno, de otra forma la frontera envidiaría nuestras banquetas DeFectuosas, sólo que al final me quiero fundir un poquito en este caos de ciudad que me fascina aunque esté harto y me quiera ir de aquí.
De ahí un poco el nombre de este nuevo intento por llevar un blog. Porque me encanta cruzar el asfalto, caminarlo con paciencia cada que hay tiempo, y detenerme a ver como lo han crucificado.
*foto tomada por mí algún día en algún lado