"Me gusta andar por las calles algo perro, algo máquina, casi nada hombre."
Martín Adán

viernes, 20 de agosto de 2010

Los intelectuales mexicanos

Aunque hace mucho tiempo que no pongo nada aquí, últimamente escribo más seguido que nunca y eso me gusta. Tiene que ver con la situación: estoy lejos de los amigos (los extraño) y tengo a poca familia cerca (también extraño) y nada de actividades u otras responsabilidades. Aprovecho eso para fomentar el hábito que siempre ha estado ahí pero a veces se dormía. Hoy tenía ganas de escribir pero no salía nada entonces en lugar de enojarme me puse a transcribir. Este es un fragmento de la primera parte de 2666. Elegí el libro simplemente porque es el que estoy leyendo y el fragmento porque me pareció un poco chistoso y otro tanto interesante. Según yo lo del japonés podría estar directamente dirigido José Vicente Anaya, el también infrarrealista pero luego medio enemigo de Bolaño que tradujo una colección de haikus. En una presentación alguien le preguntó si sabía japonés y el reconoció que usaba tanto los originales como la traducción al inglés. Lo demás supongo que aplica a mucha gente. Ojo, esto no significa que yo concuerdo con todo lo que aquí se dice, sólo fue un fragmento que me gustó y me pareció fácil de aislar del resto del texto. Sí, así está en la novela, todo seguido. Va:

La relación con el poder de los intelectuales mexicanos viene de lejos. No digo que todos sean así. Hay excepciones notables. Tampoco digo que los que se entregan lo hagan de mala fe. Ni siquiera que esa entrega sea una entrega en toda regla. Digamos que sólo es un empleo. Pero es un empleo con el Estado. En Europa los intelectuales trabajan en editoriales o en la prensa o los mantienen sus mujeres o sus padres tienen buena posición y les dan una mensualidad o son obreros y delincuentes y viven honestamente de sus trabajos. En México, y puede que el ejemplo sea extensible a toda Latinoamérica, salvo Argentina, los intelectuales trabajan para el Estado. Esto era así con el PRI y sigue siendo así con el PAN. El intelectual, por su parte, puede ser un fervoroso defensor del Estado o un crítico del Estado. Al Estado no le importa. El Estado lo alimenta y los observa en silencio. Con su enorme cohorte de escritores más bien inútiles, el Estado hace algo. ¿Qué? Exorciza demonios, cambia o al menos intenta influir en el tiempo mexicano. Añade capas de cal a un hoyo que nadie sabe si existe o no existe. Por supuesto, esto no siempre es así. Un intelectual puede trabajar en la universidad o, mejor, irse a trabajar a una universidad norteamericana, cuyos departamentos de literatura son tan malos como los de las universidades mexicanas, pero esto no lo pone a salvo de recibir una llamada telefónica a altas horas de la noche y que alguien que habla en nombre del Estado le ofrezca un trabajo mejor, un empleo mejor remunerado, algo que el intelectual cree que se merece, y los intelectuales siempre cree que se merecen algo más. Esta mecánica, de alguna manera, desoreja a los escritores mexicanos. Los vuelve locos. Algunos, por ejemplo, se ponen a traducir poesía japonés sin saber japonés y otros, ya de plano, se dedican a la bebida. Almendro, sin ir más lejos, creo que hace ambas cosas. La literatura en México es como un jardín de infancia, una guardería, un kindergarten, un parvulario, no sé si lo podéis entender. El clima es bueno, hace sol, uno puede salir de casa y sentarse en un parque y abrir un libro de Valéry, tal vez el escritor más leído por los escritores mexicanos y luego acercarse a casa de los amigos y hablar. Tu sombra, sin embargo, ya no te sigue. En algún momento te ha abandonado silenciosamente. Tú haces como que no te das cuenta, pero sí que te has dado cuenta, tu jodida sombra ya no va contigo, pero bueno, eso puede explicarse de muchas formas, la posición del sol, el grado de inconsciencia que el sol provoca en las cabezas sin sombrero, la cantidad de alcohol ingerida, el movimiento como de tanques subterráneos del dolor, el miedo a cosas más contingentes, una enfermedad que se insinúa, la vanidad herida, el deseo de ser puntual al menos una vez en la vida. Lo cierto es que tu sombra se pierde y tú, momentáneamente, la olvidas. Y así llegas, sin sombra, a una especie de escenario y te pones a traducir o a reinterpretar o a cantar la realidad. El escenario propiamente dicho es un proscenio y al fondo del proscenio hay un tubo enorme, algo así como una mina o la entrada a una mina de proporciones gigantescas. Digamos que es una caverna. Pero también podemos decir que es una mina. De la boca de la mina salen ruidos ininteligibles. Onomatopeyas, fonemas, furibundos o seductores o seductoramente furibundos o bien puede que sólo murmullos y susurros y gemidos. Lo cierto es que nadie ve, lo que se dice ver, la entrada de la mina. Una máquina, un juego de luces y de sombras, una manipulación en el tiempo, hurta el verdadero contorno de la boca a la mirada en los espectadores. En realidad, sólo los espectadores que están más cercanos al proscenio, pegados al foso de la orquesta, pueden ver, tras la tupida red de camuflaje, el contorno de algo, no el verdadero contorno, pero sí, al menos, el contorno de algo. Los otros espectadores no ven más allá del proscenio y se podría decir que tampoco les interesa ver nada. Por su parte, los intelectuales sin sombra están siempre de espaldas y por lo tanto, a menos que tuvieran ojos en la nuca, les es imposible ver nada. Ellos sólo escuchan los ruidos que salen del fondo de la mina. Y los traducen o reinterpretan o recrean. Su trabajo, cae por su peso decirlo, es pobrísimo. Emplean la retórica allí donde se intuye un huracán, tratan de ser elocuentes allí donde intuyen la furia desatada, procuran ceñirse a la disciplina de la métrica allí donde sólo queda un silencio ensordecedor e inútil. Dicen pío pío, guau guau, miau miau, porque son incapaces de imaginar un animal de proporciones colosales o la ausencia de ese animal. El escenario en el que trabajan, por otra parte, es muy bonito, muy bien pensado, muy coqueto, pero sus dimensiones con el paso del tiempo son cada vez menores. Este achicamiento del escenario no lo desvirtúa en modo alguno. Simplemente cada vez es más chico y también las plateas son más chicas y los espectadores, naturalmente, son cada vez menos. Junto a este escenario, por supuesto, hay otros escenarios. Escenarios nuevos que han crecido con el paso del tiempo. Está el escenario de la pintura, que es enorme, y cuyos espectadores son pocos pero todos, por decirlo de algún modo, son elegantes. Está el escenario del cine y de la televisión. Aquí el aforo es enorme y siempre está lleno y el proscenio crece a buen ritmo año tras año. En ocasiones los intérpretes del escenario de los intelectuales se pasan, como actores invitados, al escenario de la televisión. En este escenario la boca de la mina es la misma, con un ligerísimo cambio de perspectiva, aunque tal vez el camuflaje sea más denso y, paradójicamente, esté preñado de un humor misterioso y que sin embargo apesta. Este camuflaje humorístico, naturalmente, se presta a muchas interpretaciones, que finalmente siempre se reducen, para mayor facilidad del público o del ojo colectivo del público, a dos. En ocasiones los intelectuales se instalan para siempre en el proscenio televisivo. De la boca de la mina siguen saliendo rugidos y los intelectuales los siguen malinterpretando. En realidad, ellos, que en teoría son los amos del lenguaje, ni siquiera son capaces de enriquecerlo. Sus mejores palabras son palabras prestadas que oyen decir a los espectadores de primera fila. A estos espectadores se les suele llamar flagelantes. Están enfermos y cada cierto tiempo inventan palabras atroces y su índice de mortalidad es elevado. Cuando acaba la jornada laboral se cierran los teatros y se tapan las bocas de las minas con grandes planchas de acero. Los intelectuales se retiran. La luna es gorda y el aire nocturno es de una pureza tal que parece alimenticio. En algunos locales se oyen canciones cuyas notas llegan a las calles. A veces un intelectual se desvía y penetra en uno de estos locales y bebe mezcal. Piensas entonces qué sucedería si un día él. Pero no. No piensa nada. Sólo bebe y canta. A veces alguno cree ver a un escritor alemán legendario. En realidad sólo ha visto una sombra, en ocasiones sólo ha visto a su propia sombra que regresa a casa cada noche para evitar que el intelectual reviente o se cuelgue del portal. Pero él jura que ha visto a un escritor alemán y en esa convicción cifra su propia felicidad, su orden, su vértigo, su sentido de la parranda. A la mañana siguiente hace un buen día. El sol chisporrotea, pero no quema. Uno puede salir de casa razonablemente tranquilo, arrastrando su sombra, y detenerse en un parque y leer unas páginas de Valéry. Y así hasta el fin.

jueves, 3 de junio de 2010

Quadron

De Dinamarca viene este conjunto de soul electrónico formado por Coco O. y Robin Hannibal ambos también integrantes del colectivo Boom Clap Bachelor. Coco, la de la vocecita que está a punto de hacer que les crujan todos los huesos, tiene sólo veintiún años y Robin, instrumentalista y productor, es un vicioso de la música que ha colaborado con muchos grupos y tiene otros proyectos, además del colectivo ya mencionado, como “Owusu & Hannibal” y “Parallel Dance Ensemble”. No tengo mucho que decir porque apenas acabo de escuchar al grupo pero aquí dejo la primera canción que escuché, Herfra Hvor Vi Står que al parecer es un cover de un dueto alemán (Skousen & Ingemann).


quadron "herfra hvor vi står" from Yours Truly on Vimeo.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Revisitando a los Sex Pistols

Cuando iba en la secundaria escuchaba a los Sex Pistols más por la inercia del grupo de amigos que por verdadero gusto. Después de un tiempo encontré que el punk había dado muchas cosas mejores musicalmente hablando, incluso el punk británico de la época. Me quedé con Clash pero sobre todo con Undertones, The Jam, Boomtown Rats, Buzzcocks etc... Ahora que estoy preparando una presentación sobre los situacionistas y leyendo, para lo mismo, "Rastros de Carmín" de Greil Marcus, me acabo de dar cuenta de que los Sex Pistols, y en especial Johnny Rotten, tenían tienen mucho que decirme sólo que nunca le puse verdadera atención a lo que escuchaba. Entonces aquí unas citas de Marcus que hicieron que me dieran ganas de, ya de a perdis, haber visto a Pil en Coachella:

"La música surgió como un no que luego se convirtió en un sí, a continuación en no y luego otra vez en sí: nada es cierto excepto nuestra convicción de que el mundo que se nos pide que aceptemos es falso. Si nada es cierto, todo es posible."

"Vi a los Sex Pistols -dijo Bernard Summer, de Joy Division-. Eran horribles. y me parecieron grandiosos. Yo quería ponerme de pie y ser horrible también."

"El nihilista, no importa a cuántas personas él o ella pueda matar, es siempre un solipsista: nadie existe excepto el actor, y sólo los motivos del actor son reales. Cuando el nihilista aprieta el gatillo, abre la llave del gas, prende fuego, se inyecta en la vena, el mundo acaba. La negación es siempre política: asume la existencia de otras personas, les da el ser. Y, aun así, las herramientas que el negativista parece obligado a utilizar -violencia real o simbólica, blasfemia, disipación, desprecio, ridículo- son intercambiables con las del nihilista" (hablando de Anarchy in the U.K.)

"Johnny Rotten jamás aprendió el lenguaje de la protesta, en el que uno busca una reparación de los agravios y le habla al poder con una voz suplicante, legitimando el poder en el mismo acto de hablar, no era de eso de lo que se trataba. En 'Pretty Vacant' los Sex Pistols reclamaban el derecho a no trabajar, y el derecho a ignorar todos los valores que eso implicaba: perseverancia, ambición, piedad, frugalidad, honestidad y esperanza[...]"

domingo, 7 de marzo de 2010

La Banda Baader-Meinhof


Un grupo de estudiantes (iraníes exiliados y alemanes) protestan durante la visita del Sah de Irán a Berlín Occidental. Otro grupo de trajeados desconocidos alaban al Sah y, en cuanto este desaparece tras la puerta de un edificio, quitan las pancartas y usan los mazos de madera que las sostenían como armas para golpear a los estudiantes, la policía los encierra sin hacer nada al respecto y cuando uno de los estudiantes intenta pasar para llevar al médico a su compañera descalabrada es atacado por un policía a caballo. Durante la revuelta otro estudiante, Benno Ohnesorg es asesinado con un disparo en la cabeza. Las escenas de la golpiza me suben la sangre a la cabeza y me hacen moverme un poco en la butaca, la película empieza bien, los malos son los policías.

Fue este hecho real, con el que empieza la película de Uli Edel, el que inspiró a una de las guerrillas urbanas ( ¿grupo terrorista?) más importante de la historia. Sí, la película empieza bien y se nota su intención de mantenerse imparcial. En la reseña de la Cineteca Nacional dice que los ideales del grupo se mancharon de sangre pero desde la primera acción en la que Thorwald Proll, Horst Sönlein y la parejita de Gudrun Ensslin y Andreas Baader incendian una tienda departamental, se deja claro que no quieren involucrar civiles y Ulrike Meinhof, la periodista que se une al grupo después de darse cuenta de que no puede quedarse en la protesta, escribe que los policías no son humanos y que están dispuestos a regresarles las balas. La película deja claro que esos ideales no pretendían mantenerse limpios y que la RAF (verdadero nombre del ejército) estaba en guerra.



En el cine se dejan fuera algunos datos que podrían ser importantes y otros que por lo menos son interesantes. Por ejemplo, que aunque el grupo era catalogado como anarquista, en realidad eran Marxistas-Leninistas. Que tenían un estilo muy particular de vestir (pantalón entubado y botas Chelsea) que influyó en su fama, aunque se refleja bien su actitud desparpajada que también pega en el gusto de la gente. Que su captura se vio en vivo por televisión lo cual habla de la cobertura de los medios en la época. Que Haans-Martin Schleyer al que secuestran y luego matan era ex-oficial de la SS de Hitler. Y que el grupo que se une a la RAF y que para presionar por la liberación de sus líderes vuela la embajada de Alemania en Estocolmo, estaba integrado por ex-pacientes psiquiátricos que culpaban a la sociedad de sus problemas y veían a la revolución como la cura. Aunque también hay que reconocer que aparece mucha información importante dentro de la que se incluyen los eventos que muestran el descontento y la violencia como una situación global además de las acciones más importantes de la RAF y que a los escritos de Meinhof, que explican cada una de ellas, se les da el lugar que se merecen.

Por otro lado la película se lava bien las manos de las ambigüedades de la historia pues, aunque sí se sugiere que todas las muertes de los principales líderes de la RAF son suicidios (en la cárcel), nunca sale una escena que los confirme totalmente y siempre se deja la idea, expresada por externos, de que fueron asesinados y se trata de un engaño.

Los personajes más interesantes de la historia son por supuesto Baader (por radical) y Meinhof (por inteligente y congruente) a pesar de que muchas de las acciones suceden cuando ellos ya están presos. Pero para mí, el personaje más interesante de la película es un oficial de policía que, a pesar de participar en la planeación de todas las estrategias para atrapar a los revoltosos, siempre reconoce que estos no son psicópatas sino la respuesta a una serie de sucesos provocados por los poderosos. Entre más repriman, dice, más se levantarán grupos que pelean contra la represión; la policía no va a terminar con esos grupos, los únicos que pueden terminarlos son los de arriba, que pueden detener lo que hace que reaccionen así.

Vale la pena ver la película.

lunes, 22 de febrero de 2010

A oscuras y con prisa

Quien hoy se ocupe del mañana se ocupa en no hacer nada
del Manifiesto del realismo , 1920

A veces creo que me estoy haciendo viejo porque me doy cuenta de que pienso demasiado en el pasado. Si me pongo romántico puedo decir que no me gusta el presente, que me aburre y que más de la mitad de los días no me gustan como son; casi nunca miento cuando me pongo romántico. Aun así debo reconocer que los pequeños ratos con mis amigos, las buenas películas, los buenos libros y la buena música valen cada uno de los segundos de sinsentido que se acumulan por trillones. ¿Sinsentido? Válga la contradicción, tengo que decir que tampoco quiero buscarle sentido a mi futuro. Sí, sí, hay muchísimas cosas que quiero hacer, hay muchísimas cosas que no quiero que se quedan sin palomita en mi lista cuando muera y hay muchisísimas cosas que me gustaría que pasaran aunque sea un “gustaría” bastante desesperanzado. Todo depende de ti, todo depende de mí, soy un individuo pero NO, hay cosas que (no me chingues) no puedo cambiar, puedo intentarlo, pero no lo voy a lograr. ¿Qué qué cosas son esas? Pues nada, esto no se trata de exhibir mis traumas. A lo que te truje: el futuro me interesa pero no como un camino que seguir, ni siquiera como un rally con pistas, me interesa como la isla virgencita (de cuándo no había satélites) que se puede explorar sabiendo que a la vuelta te puede esperar la muerte, el arrancapiernas o una casita hecha de caramelos, pero sabiendo sobre todo, que no sabes qué es lo que te espera. Me interesa ir hacia allá porque aquí ya me estoy aburriendo. Claro que soy un explorador lleno de expectativas, pero llevo la mochila bastante flaca y no abro demasiado los ojos, me gusta andar medio a tientas, porque así sientes más cosas.

viernes, 19 de febrero de 2010

Del bebop al beat

Texto aparecido sabrá dios cuando (pero hace mucho) en la página de internet de la revista Marvin:

Rivulets of trickling ecstasy
From the alabaster pools of jazz
Where music cools hot souls
Jazz Chick, Bob Kaufman




Los padres fundadores recibieron, a las orillas del Mississippi, esclavos en harapos, con las manos vacías y listas para chambear. África estaba lejos y allá se habían quedado las familias y las tribus, las tierras conocidas y los instrumentos. Pero el afroamericano siempre llevó el ritmo en algún lado lejos de sus harapos o entre sus dedos y, en sus pocos ratos libres, los esclavos comenzaron a usar la voz como el principal instrumento para amenizar rituales religiosos y sexuales. Más tarde improvisaron tambores imitando las estructuras de los bimembranófonos y dando vida a nuevos sonidos y, mucho más (demasiado) tarde, la guerra civil les dio la libertad de adquirir los instrumentos del hombre blanco. Los negros fueron añadiendo, o incluso supliendo, al primer instrumento (la voz) por instrumentos inventados por los blancos pero conservando siempre la esencia rítmica de sus genes. Mientras tanto un grupo de escritores predominantemente blancos quitaría de nuevo los instrumentos y se apropiaría de la oralidad original para impregnar de aquel ritmo salvaje las páginas de una de las vanguardias poéticas estadounidenses más transgresoras y significativas de la segunda mitad del siglo pasado: el beat.
Como respuesta a la comercialización y acartonamiento del jazz en la época de oro del swing, algunos músicos decidieron que las Big Bands podían llevarse entre todas sus patas el espíritu rítmico fresco que ellos necesitaban. Tras desvincularse de estas orquestas, músicos como Charlie Christian o Earl Hines empezaron a mostrar que con buena técnica la velocidad y la improvisación podían darle nueva vida al jazz. En el Minton’s Playhouse de Harlem se comenzó a dedicar las tardes de los lunes para “jam sessions” y por ahí fueron llegando poco a poco jazzistas como Thelonious Monk, Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Miles Davis y muchos otros. Entre ese desenfrene se dio a luz y bautizó al bebop.
¿Qué es el bebop? Charlie Parker dijo que “Es el sonido que emiten las cabezas de los negros cuando son apaleados por la policía en las manifestaciones” mientras Dizzy Gillespie con mas cordura aclararía simplemente “Es la manera como mis amigos y yo sentimos el jazz.” Lo que es un hecho es que a viejos músicos y críticos el bebop no les entraba por ningún lado y muchos de sus representantes fueron incomprendidos y por lo tanto despreciados. Las líneas melódicas se extienden pero sobre todo se vuelven mucho más versátiles que en cualquier estilo anterior de jazz. Además, el bebop permite a los músicos improvisar más durante los solos y a los percusionistas hacer variaciones para ser algo más que acompañamiento. Es un ritmo libre y fresco que se vuelve frenético y roza la locura, justo lo que un grupo de jóvenes rebeldes necesitaba para catapultar su imaginación.

demasiado largo asi que aqui está :
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