"Me gusta andar por las calles algo perro, algo máquina, casi nada hombre."
Martín Adán

lunes, 31 de enero de 2011

Ooooooooooooooooh Destino

Un poco de suciedad limeña que recién me presentaron (gracias Karin).
Iba a hacer mi top 5 de canciones peruanas pero la verdad es que me cuesta mucho escoger 5. Voy a colocar las que vaya recordando, descubriendo o como se me vaya dando la gana que para eso es este mi espacio.



Nacer crecer vivir morir
amar creer gritar odiar
comer cagar dormir cachar
crear imaginar besar olvidar
querer poder tener nacer
trabajar atrapar menospreciar envidiar
obedecer ordenar sufrir fallar
pelear resistir compartir sobrevivir
hablar cagar mentir engañar
mostrar esconder saber ignorar
triunfar fracasar poseer mendigar
preguntar contestar disponer torturar
construir destruir gozar sufrir
recibir ofrecer quitar robar
componer escribir cantar gritar

y para no escribir de lo que no se absolutamente nada me copio la bio de su myspace:

Una vez, Wicho, cantante, tuvo que sentarse y aporrear un cajón mientras Cachorro trataba de hacerse a la idea de que el bajo que tenía colgado funcionaba casi igual que su instrumento habitual, la guitarra. Estaban en la universidad Ricardo Palma y Pelo parado, quien completaba el trío, yacía casi inconsciente al pie del escenario, víctima de lo que en ciertos circuitos se llama "un pase de vueltas". No importaba. Era julio de 1985 y Narcosis, convertido temporalmente en dúo por obra de las circunstancias, interpretó un solo tema demostrando la premisa de su existencia: probaron, una vez más, que no era necesario tener un instrumento propio, ni siquiera saber tocarlo bien, para expresar lo que sentían. Aquella canción fue Sucio policía, el corte más popular de Primera dosis, una visceral declaración de principios que había empezado a propagarse como un virus en la creciente movida de rockeros contestatarios, radicales. El grupo se separó poco tiempo después, pero el éxito de la maqueta animó a las bandas que iban apareciendo a grabar y reproducir su material de esa manera, barata y efectiva. Era el comienzo de la movida subterránea en el Perú. Narcosis dejó de existir, pero Wicho (Luis García) y Pelo (Jorge Madueño) desarrollaron sólidas carreras independientemente, perdiéndole el miedo al umbral de lo comercial y formando Mar de copas y La liga del sueño respectivamente, quizá las bandas más importantes de la década pasada; mientras Cachorro (Femando Vial) se mantuvo en el circuito alternativo impulsando la banda Espirales. Sin embargo. Primera dosis seguía dando vueltas. En Galerías Brasil, en los conciertos subtes, en Quilca. La violenta imagen de la portada fue fotocopiada cientos de veces y su contenido inundó las habitaciones de nuevos oyentes con alaridos y distorsión, con ese inconformismo de la acción que empuja siempre a los rebeldes. Incluso llegó hasta Chile y Colombia: dice Wicho que una banda colombiana ha grabado varios temas de la maqueta; y Pelo, que Andrea Etcheverri le dijo que allá los conocían bien. "Es que Narcosis fue una de las primeras bandas punkies que se oyeron en este lado del charco". Tuvieron que pasar quince años para que se cumpliera un deseo postergado hasta el hartazgo: Primera dosis ha sido reeditada en disco compacto y se le han agregado seis canciones interpretadas en vivo, así como algunas otras rarezas, entre las que se cuenta aquella memorable versión de Sucio policía del concierto de la Richi. Wicho, con la misma mirada triste de las fotos antiguas, sentencia: "Esas canciones parecen compuestas ahora". Sus letras nos escupen en la cara que la realidad, esa que entonces los hizo levantarse y gritar, sigue siendo la misma. .. .. 

domingo, 30 de enero de 2011

miércoles, 26 de enero de 2011

5 grandes lugares de mi vida limeña


1.- Parque John Lennon
Lo conocí de a lejitos casi en cuanto llegué a la ciudad y a partir de ahí decidí que me encantaba con esa mezcla de burla y gusto que se siente hacia ciertas canciones pop. Cuando lo visité por primera vez John Lennon pasó a ser solo un elemento más de un lugar con jardín, skate-park y la vista del mar gris limeño a la orilla de la ciudad. Pararse al borde del barranco y oler la sal y congelarse con la neblina que cuando se acerca parecen bolas del humo de algún incendio lejano y luego bajar las escaleras que zigzaguean como quien fuera dando tumbos por el acantilado y cruzar el peatonal y pararse sobre la tierra y las piedras o sentarse en una banca al malecón a leer se volvió la actividad más reconfortante cuando me empezaba a cansar de la ciudad o a extrañar la mexicanidad. Gracias señor alcalde beatlemaniaco pero sobre todo maniaco por su ocurrencia de esto como una buena idea… lo es.


2.- Luz Verde
Si pienso en la universidad con ganas de extrañar pienso más en la biblioteca a solas, en las cervezas en el Edén y en los tacos de canasta que en las clases, por eso sé que cuando recuerde mi chamba en la librería La Familia muchas veces va a llegar primero a mi mente la imagen de Luz Verde. En Miraflores, el barrio más bien turístico y residencial en el que está la librería en la que todavía trabajo, la vida nocturna es bastante cara. No sé quién fue el del hallazgo que nos permitió no tener que ir muy lejos cuando tuviéramos ganas de pasar un buen rato cheleando pero salud por eso.
Luz Verde no es tanto así como un bar, es una chingana en la que de día sirven menú de 6 o 7 soles y de noche se dedica sobre todo a las frías y al piqueo. Si pasas por ahí y no te fijas mucho no vas a ver más que a algunos señores o no tan señores tomándose unos tragos en unas mesas cualquiera de un lugar sencillo. Si eres osado y trepas la escalera vas a llegar a un cuarto grande con mesas acomodadas sin ningún orden rodeadas de jóvenes de tipo universitario bebiendo y alternando entre la cumbia y el rocanrol. La cerveza está a buen precio, el ambiente es siempre lúdico y la libertad es total para el consumo de cualquier otra cosita que se le pueda antojar al cliente. Roque y Sonia (los que sirven las chelas) son expertos en hacerse de la vista gorda y en recolectar identificaciones a cambio de las últimas rondas de cada noche. 

3.- La Familia
Llegué por casualidad cuando, en mi búsqueda de chamba, me dediqué a recorrer la ciudad a pata buscando centros culturales, librerías o cualquier lugar donde pudiera encontrar algo aceptable. Mi papá me dijo que tenía que entregar 100 curriculums para que me saliera trabajo así que me puse manos a la obra, saqué fotocopias y compré folders. Cuando llegué a La Familia me dijeron que sí estaban buscando gente y me anotaron un e-milio al que tenía que mandar mis datos. Guardé las 74 fotocopias que me quedaban en sus folders y a la semana me recibieron de vendedor a tiempo completo. Va un poco en contra de mis principios disfrutar de la chamba que se hace un poco por necesidad pero es difícil evitar pasarla bien si estas rodeado de buenos libros y gente con buenas vibras. No voy a negar que me costó levantarme la mayoría de las mañanas y que muchas de las noches no veía la hora de volver a mi cama pero tampoco puedo negar que gracias a la chamba conocí a la gente y los libros que van a protagonizar mis recuerdos de la ciudad aparte de los familiares. La librería además forma parte de la cadena más antigua de Perú, tiene una historia que vale la pena escribir y, en particular la tienda en la que yo chambeaba, hace que se le caigan las babas a más de un turista que decide entrar simplemente para tomarle fotos al lugar. Entre los supermercados de libros tipo Gandhi y la modernidad del e-book es bonito que exista una librería tradicional, es como ir a la tiendita en el DF de los OXXOs y los Walmarts.

4.-El norteñito (Surquillón)

No es un lugar muy bonito y su comida no es muy rica ni muy limpia ni muy sana. No te atienden muy bien y muchas veces no hay lo que quieres o te hacen esperar o te cambian el pedido. No es un lugar relajante ni folklórico ni tradicional. Pero cuando quieres ahorrar y se te complica llevar comida casera a la chamba un lugar en el que por 5 soles te llenan la panza a full a veces hasta la mañana del día siguiente es el mismísimo paraíso. Le decimos surquillón porque para llegar tienes que cruzar la Vía Expresa, frontera de Miraflores, y acercarte al mercado de Surquillo donde la vida es más cómoda (que es como se dice acá, de manera educada, cuando es más barato). Hará un par de semanas que nos enteramos de su verdadero nombre pero le seguimos diciendo así. La dueña, ,a la que de cariño llamamos La Tigresa del Oriente, nos baja el menú de 6 a 5 soles aunque ahí se puede comer hasta por 4. Casi siempre nos atiende una chica que se llama Tania a la que todos le gritan por su nombre pidiéndole que se apure y que ya medio se conoce nuestros gustos entonces nos avisa “hay ceviche” o en mi caso “hay lomito”. Es el lugar en el que más he comido en esta ciudad y no puedo no tenerle el cariño que le tengo.
(foto en deuda)

5. Centro de Lima

Que se me disculpe por general pero es que así es esto. Me la he pasado bien cada vez que he ido al centro sea para recorrer la Plaza de Armas (como el zócalo de acá) o la San Martín o para conocer Quilca (el chopo de acá) o el Bar Queirolo o cualquier otro bar o  La Casa de la Literatura Peruana o Amazonas (libros usados baratísimos) o El Mercado Central (la central de abastos limeña) o Polvos Azules (piratería y fayuca) o La Biblioteca Nacional. El centro tiene ese sabor a centro de capital y no le pide nada al chilango (guardando dimensiones): Caos total, restos de un esplendor que se sigue cayendo a pedazos y se ha convertido en cuartitos donde viven las familias que llegaron de provincia buscando una mejor vida. Pirañitas (rateritos de poca monta) putas, ladrones, comida callejera, piratería, abuso de claxon, polvo, smog, teporochos, pedigüeños, gritos, aullidos, perros y mucha mucha mucha mucha gente, ¿Qué más puedo pedir?


martes, 18 de enero de 2011

CASI MEDIO AÑO

Ahora que el tiempo me arrastra ansioso hacia el final de mis días en Lima he decidido hacer lo que debí haber hecho desde que llegué: escribir aquí acerca de estos meses. Lo he escrito a medias en mails a amigos o a la familia pero es diferente cuando no te diriges a nadie. Aunque de todas formas siempre está presente una ligera precaución cuando sabes que cualquier par de ojos se puede acercar a las cosas que reveles, la meta es librarse de ese pudor y ejercitar un exhibicionismo útil que me lleve a decir algo que vaya más allá del simple chisme. El plan es empezar a estar por aquí más seguido antes de ir al viaje que tengo planeado, para ir haciendo costumbre.


Como las anécdotas ya perdieron su frescura he decidido copiarme de amantes de las listas y empezar una serie de “5 más” que iré transcribiendo y que, espero, resuman un poco las cosas buenas y malas que se me han aparecido en esta ciudad. Aparte de eso voy a transcribir ideas robadas de libros o de amigos que también se relacionen o que signifiquen algo para mí para ver si de pasada le dicen algo a esas dos o tres personas (Bruno, eres un chingón) que se asomen por aquí un día de estos. Como aun no tengo ninguna lista terminada empiezo con un robo.

De En los extramuros del mundo, un libro de Enrique Verástegui (gracias Cris por prestármelo) sale este poema:

SI TE QUEDAS EN MI PAIS

En mi país la poesía ladra
suda orina tiene sucias las axilas.
La poesía frecuenta los burdeles
                      escribe cantos silba danza mientras se mira
ociosamente en la toilette
                                    y ha conocido el sabor dulzón del amor
en los parquecitos de crepé
                  bajo la luna
              de los mostradores.
Pero en mi país hay quienes hablan con su botella de vino
      sobre la pared azulada.
Y la poesía rueda contigo de la mano
          por estos mismos lugares que no son lugares
para filmar una canción destrozada.
Y por la poesía en mi país
               si no hablaste como esto
                     te obligan a salir
en mi país
          no hay donde ir
                        pero tienes que ir saliendo
como el acné en el cascarón rosado.
Y esto te urge más que una palabra perfecta.
En mi país la poesía te habla
                       como un labio inquietante al oído
te aleja de tu cuna culeca
        te filma tu paisaje de Herodes
y la brisa remece tus sueños
                    -la brisa helada de un ventilador.
Porque una lengua hablará por tu lengua.
Y otra mano guiará a tu mano
si te quedas en mi país.