"Me gusta andar por las calles algo perro, algo máquina, casi nada hombre."
Martín Adán

lunes, 7 de febrero de 2011

La ciudad blanca


Sí es blanca pero se nota que cada vez menos. Cuando vas alejándote de la plaza de armas los edificios se van ensuciando. Los que siguen bonitos, además, es porque adentro hay un banco, una escuela de gastronomía, o tiendas de artesanías y ropa hecha de alpaca bebé a precios que te tiran de espaldas (eso me lo imagino, porque ni siquiera entré).
Igual esta bonita la capital arequipeña y tiene algunas calles y pasajes muy cuidados como la calle Sucre que se convierte en Bolivar. Los nombres, cabe mencionar, son muestra de la poca imaginación de los nombracalles peruanos: en Lima yo pasaba por Bolivar y por Sucre casi todos los días. De cualquier manera la calle está muy bien restaurada como para caminar y de un lado tiene la iluminación y del otro están las bancas anchas como camas para acostarse a leer.
Hace frío y llueve bastante. Pero lluvia peruana que es una que cae necia pero de a poquito; te sientas y no crees estarte mojando y luego te pasas la mano por un brazo y resulta que ya estas casi empapado.
Cuando llegué lo más dificil fue buscar hospedaje con mi mochilota a cuestas. Yo quería todo, buen precio, que diera confianza y que estuviera relativamente cerca del centro. No había nada. Pregunté en 20 hostales con buen precio y prometedores y todos estaban llenos, en uno me dijo el encargado: No creo que se vayan, la mayoría ya llevan un mes aquí. Arequipa es de esos lugares donde dan siempre ganas de quedarse otro ratito.
Fuera de la plaza de armas donde se puede uno sentar muy bien a dejar que pase el día van dos lugares simpaticos.
Primero un lugar que se llama algo de Pachamama. Lo abrieron ayer y la dueña, que es una jipi treintacuarentona, me explicó que el nombre significa hijos de la tierra porque todos somos hijos de la tierra y por lo tanto hermanos. También me explico que hay gente que solo quiere consumir y otra a la que le encanta contaminar, al parecer hay unos que tienen igual fascinación por ambas cosas; nuestro antepasado en cambio eran mucho más sabios. Luego me comi una papa arrebolada y un vasito de agua de maracuyá y platique con su pareja que es un suizo bonachón que ya lleva dos años aquí. Me contaron que tengo que ir a las afueras y ver las naturaleza y los cóndores y cuando agarraron confianza me hicieron pasar a la salita de al lado "solo para amigos, pero tambien para los hermanos amigos del mundo" dijo la jipi. "Esto es mas bien como un bar ilegal porque no nos dejan vender cerveza asi que aqui lo hacemos caleta" me aclaró el suizo. Ahí me senté con otros tres o cuatro y me contaron todos cosas muy bonitas de arequipa. Pasé como una hora y tomamos una cerveza y luego me fui porque de todas formas todos ellos ya se tenían que ir a trabajar.
El otro es un café que se llama Valenzuela I y que es chiquito y tiene un tapanco donde muy bien se puede uno sentar a tomar buen café y leer. El café es bueno de veras, hasta venden el que ganó ese premio tan importante. Yo me tomé uno con anis nájar que es el trago típico de acá. Un señor se me acercó y me preguntó cuántos libros había leído (el traía en la mano uno sobre el opus dey) le dije que algunos y me dijo que leyera 500 antes de llegar a los 50, le dije que muy bien y seguimos cada quien con lo suyo.

Dicen que la comida de Arequipa es de sus grandes atractivos. Yo ya probé el rocoto relleno que es un ají o chile bastante picoso relleno de una combinación de carne con aceitunas y otras cosas y muy bueno y lo mejor, creo, es que en Arequipa se se come ají de a de veras.

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